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Entrevista a Andrés Díez Herrero: Inundaciones

P: Cuéntanos algo de ti y sobre tu experiencia en Geología

R: Soy Andrés Díez Herrero; segoviano, del Atleti y geólogo; por este orden cronológico, que es como nos gusta organizar a los geólogos los acontecimientos del pasado. Tras finalizar mi licenciatura en Ciencias Geológicas en la UCM (1991), pasé por el departamento de I+D+i de una empresa pionera en teledetección espacial y sistemas de información geográfica (IberSat, 1991-1993); realicé mi servicio militar colocando una colección histórica de minerales, rocas y fósiles (ACART, 1993); disfruté de una beca predoctoral para hacer la tesis en la UCM (1993-1996); y de una beca de formación (1997) en el entonces Instituto Tecnológico Geo-Minero de España (actual IGME-CSIC). Después empezó una larga etapa de profesor universitario en varias universidades privadas (UEM, 1997-1999; USEK, 1998-2001) y públicas (UCLM, 2001-2005), durante la cual finalicé mi tesis doctoral (2001). Desde mayo de 2005, los últimos 19 años, soy científico funcionario por oposición en el Instituto Geológico y Minero de España (IGME, CSIC); actualmente profesor de investigación (equivalente a catedrático en la universidad) en el Departamento de Riesgos Geológicos y Cambio Climático, donde soy el coordinador del grupo de investigación en ‘Eventos geológicos extremos y Patrimonio’, dedicándome fundamentalmente al análisis científico de las inundaciones fluviales y la prevención de los riesgos asociados. Podéis leer más cosas sobre mí en la web personal: www.andresdiezherrero.es

P: ¿Qué aporta el conocimiento geológico frente al riesgo de inundaciones?

R: El conocimiento geológico aporta un aspecto muy importante al estudio de las inundaciones que otras disciplinas o colectivos profesionales no tienen: la visión dinámica y la perspectiva temporal. L@s geólog@s, cuando analizamos un río y las inundaciones que puede desarrollar en las márgenes, no vemos un ente estático y de geometría y disposición fijas; sino un elemento dinámico, móvil, cambiante, que puede sufrir modificaciones lentas y progresivas (migración de barras, erosión de orillas, extensión de meandros…), pero también modificaciones bruscas del cauce por avulsiones, cortas y estrangulamientos de meandros, otros fenómenos geológicos asociados a la inundación, etc. Esa visión dinámica es fundamental para no creerse a pies juntillas las geometrías que introducimos en los modelos numéricos hidráulicos para simular el flujo de los caudales, sino ser conscientes de que se van a producir movimientos en el lecho y en los materiales que erosiona, transporta y sedimenta (detríticos inorgánicos, restos leñosos o incluso granizo y hielo).

Por otro lado, a l@s geólog@s nos han enseñado a tener una visión temporal amplia, generosa. Para nosotros los millones de años son moneda corriente, nuestra unidad de tiempo. Por ello no nos cuesta entender cómo un río que tiene eventos de avenidas e inundaciones puede tener ciclos y fases en periodos de siglos y milenios con diferente frecuencia y magnitud de avenidas, y su relación con los climas del pasado. Esta aportación del geólogo al estudio del riesgo es fundamental para buscar y usar fuentes de datos de inundaciones pretéritas (paleoinundaciones) que han quedado registradas en elementos naturales (sedimentos, marcas en la vegetación arbórea, líquenes), y que pueden ser el complemento o la alternativa perfecta a los reducidos e incompletos caudales de aforo, que solo abarcan el último siglo (como máximo) y no permiten calcular con precisión los altos periodos de retorno, necesarios por ejemplo para diseñar los órganos de desagüe de una presa o decidir la ubicación de una central nuclear.

P: ¿Es más importante prevenir que curar?

R: Casi siempre sí. Solo es más interesante ‘curar’, o sea, adoptar medidas correctoras post-inundación o de reposición de la normalidad, cuando se trata de elementos expuestos al riesgo consolidados, y en los que es imposible la prevención; o en los que es peor el remedio que la enfermedad, o sea, que resulta más rentable (en todos los sentidos) convivir con el riesgo que no luchar contra el río. Para el resto de situaciones, ante el insuficiente o insatisfactorio desarrollo actual de las medidas predictivas (saber dónde y cuándo va a ocurrir la inundación, con modelos y radares meteorológicos, o con sistemas de información hidrológica), y la socialmente inadmisible simple adopción de medidas correctoras (sobre todo si afecta a la integridad de vidas humanas), las medidas preventivas de mitigación son lo ideal. Pero no solo medidas de las denominadas clásicamente ‘no estructurales’, como la ordenación territorial y urbana, los sistemas de aseguramiento o la educación en el riesgo; sino también algunas medidas estructurales puntuales para solventar situaciones consolidadas o que es imposible abordar con medidas naturales de retención de agua en el territorio o soluciones basadas en la naturaleza. Hay que ser flexible, integral e imaginativo, huyendo de recetas y fórmulas universales. Cada río y cada situación es singular y como tal hay que analizarla.

P: La mayor incidencia en nuestro país es el de las inundaciones asociadas a las avenidas y crecidas fluviales. Tanto la sociedad como las administraciones ¿Somos/son conscientes de ello?

R: Como decían nuestras abuelas: “Solo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena”; o sea, cuando hay un evento catastrófico, como lo acontecido en el camping del barranco de Arás en Biescas (1996, 87 fallecidos) o en Sant Llorenç des Cardassar en Mallorca (2018, 13 fallecidos), la sociedad es consciente de la problemática e incluso se escandaliza de que no se haya prevenido y evitado el desastre. Pero en unas pocas semanas, a lo sumo meses, la cosa está olvidada y las preocupaciones sociales se van a los problemas cotidianos, como por otra parte es lógico.

Respecto a las administraciones públicas, aunque evidentemente todo es mejorable, se ha producido un drástico cambio de mentalidad y recursos en las últimas décadas, con fuertes inversiones para poner en marcha herramientas útiles como el Sistema Nacional de Cartografía de Zonas Inundables (SNCZI) y los Planes de Gestión del Riesgo de Inundación (PGRI), con sus baterías variadas de medidas de mitigación. Así que en este tema, aunque suene extraño, en algunos aspectos, las administraciones públicas van por delante y con una visión más moderna e integral, que las demandas sociales, que reiteradamente se limitan a reclamar las denominadas ‘limpiezas de ríos y cauces’.

P: Nos puedes contar algo del trabajo de un@ geólog@ en el tema de inundaciones, qué es lo hace, qué herramientas utiliza.

El geólogo o geóloga que trabaja en el estudio de las inundaciones y la prevención de los riesgos asociados (que son varios, no solo el anegamiento), puede tener diferentes tareas o funciones que realizar, casi siempre en el marco de un equipo multi- e inter-disciplinar.

Por un lado, l@s geólog@s tienen una formación hidrológica e incluso hidráulica, que nos permite perfectamente realizar estudios de inundabilidad para proyectos de actuación en las márgenes y riberas, tanto mediante modelos de transformación precipitación-aportación, como mediante análisis estadístico de caudales de avenida; y utilizar modelos numéricos informatizados combinados con sistemas de información geográfica para delimitar las zonas potencialmente inundables para diferentes periodos de retorno y  los parámetros de la peligrosidad (calado, velocidad, energía, otros peligros asociados). De hecho, hay geólog@s incorporados a las plantillas de empresas consultoras de ingeniería y en administraciones públicas realizando o colaborando en estas tareas mediante trabajo de campo (herramientas topográficas como GPS, estaciones totales, láser escáner terrestres y telémetros) y trabajo de gabinete (modelos numéricos y SIG en ordenador).

Por otro lado, los geólog@s están familiarizados con los métodos geomorfológicos de delimitación y caracterización de las zonas potencialmente activas durante inundaciones, que están incluidos como obligatorios en las guías metodológicas del SNCZI y en los criterios de delimitación del dominio público hidráulico. Junto con otros colectivos, como geógraf@s y ambientólog@s, la visión dinámica de la cuenca hidrográfica y del cauce fluvial es una aportación fundamental de l@s geólog@s, usando herramientas como cartografías y fotografías aéreas seriadas, análisis SIG de modelos digitales detallados (LiDAR) y los trabajos de campo de caracterización de formas y depósitos.

Por último, l@s geólog@s que nos dedicamos a la investigación en el ámbito de las inundaciones hacemos cosas de lo más variado: desde propuestas de mejoras metodológicas para los métodos hidrológico-hidráulicos y geológico-geomorfológicos; hasta ensayos de estimación de pérdidas potenciales con cuantificación de la exposición y vulnerabilidad empleando funciones ultra-detalladas; pasando por la exploración de nuevas fuentes de datos para la peligrosidad, como la paleohidrología (sedimentología de paleoinundaciones, dendrogeomorfología, liquenometría, etc.).

P: Durante una emergencia ¿Qué tipos de trabajo se realizan?

R: Durante una emergencia por inundaciones, la labor del geólogo y la geóloga especializados en el análisis y prevención del riesgo por inundaciones también es variado. Pero lo que es fundamental es que todo lo que se puede aportar sea bajo la coordinación de la dirección de la emergencia, estando supeditados a lo que piden los gestores e intervinientes, para resultar útiles y no ser una molestia o la causa de nuevos problemas. Por ello, muchas veces l@s geólog@s en la emergencia realizan una misión de ‘simple’ asesoramiento a los gestores, formando o apoyando a los comités científicos, con labores de gabinete (recopilación de información, elaboración de informes, respuesta a consultas puntuales) sin necesidad de desplazarse a la zona siniestrada.

Otras veces l@s geólog@s sí que intervenimos junto al operativo de la emergencia, acompañando a otros intervinientes (protección civil, fuerzas y cuerpos de seguridad, bomberos, Cruz Roja, etc.) para asesorarles sobre operaciones de rescate y salvamento (zonas potencialmente vadeables para rescates, lugares posibles de acumulación de cadáveres…) o para orientar las tareas de devolución a la normalidad. También aprovechamos para tomar nosotros datos en campo durante y tras la inundación (fotografías, mediciones de calados y velocidades, caracterización de depósitos, etc.), que nos sirvan para mejorar nuestros estudios futuros y nuestra contribución en nuevas emergencias.

Nosotros hemos intervenido en varias emergencias por inundaciones tanto de nivel 1 (ámbito local, en municipios inundados), como nivel 2 (gestionados por comunidades autónomas) y en ejercicios (simulados) de nivel 3 o ámbito nacional (junto a la Unidad Militar de Emergencias), y puedo afirmar que las aportaciones de l@s geólog@s a los gestores de la emergencia siempre han sido muy bien valoradas y tenidas en consideración en las acciones llevadas a cabo.

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